Reseña de «La química del amor», de Ali Hazelwood

La química del amor, de Ali Hazelwood

Me resistí con uñas y dientes —bueno, a lo mejor no tanto, pero sí unos meses— a leer La hipótesis del amor, de Ali Hazelwood. ¿Por qué? Porque había sido viral en redes y últimamente he tenido muy malas experiencias con lecturas que se habían vuelto virales en redes y luego, eran bastante malas, por no decir terribles. 

Y el libro en digital al principio era carísimo (ahora no). Pero, cuando mi madre —Jane Jubilada— se lo compró en papel (ella pasa de mis rollos mentales y, si la sinopsis le gusta, allá que va), me lo leí. Y me encantó. Tenéis mi reseña de ese libro en el instagram de La Tribu de la romántica (el nuevo proyecto en el que colaboro sobre novela romántica). 

Así que, cuando salió su siguiente novela, La química del amor, no tuve tantos reparos y se vino a casa enseguida. 

¿De qué va La química del amor?

La nueva novela de Ali Hazelwood se sitúa en la NASA. Una neurobióloga llamada Bee Königswasser (se podría haber buscado un nombrecito más sencillo, digo yo) se ve obligada a trabajar con un científico —con el que se lleva a matar— en un proyecto de neuroingeniería que es su sueño hecho realidad. 

Bee, que se rige por la figura de Marie Curie (a la que admira con fervor y que inspira una cuenta de Twitter anónima en la que opina de temas científicos escondida tras un pseudónimo), acepta. Porque eso es lo que Marie Curie haría. Pero Marie no tenía delante a Levy Ward, guapo a rabiar y con una mirada penetrante, a pesar de lo odioso que es para el resto de las cosas. Ni tampoco a Marie le desaparecía el material que había pedido, no le entraban gatos en el despacho, ni veía su carrera profesional colgando de un hilo. 

Un enemies to lovers (uno de mis clichés románticos preferidos) ambientado en la NASA y con el humor característico de la autora. 

¿Qué me ha parecido La química del amor?

 A ver, honestamente, me ha gustado menos que el anterior porque los dos libros se parecen bastante en estructura. Incluso los giros son bastante similares y desde el principio sabes perfectamente todo lo que va a pasar. Lo que lo convierte en predecible hasta decir basta. Incluso la escena sexual que no me gustó en el libro de La hipótesis del amor, vuelve a no gustarme en esta.

Ali, querida, de verdad que no hace falta que el maromo hable como si estuviera en una peli porno. Corta todo el rollo y es como un coitus interruptus, lo que —coincidente con la escena de salseo— no mola nada. 

Los personajes, como en la anterior, son geniales. Tanto los principales como los secundarios (si obviamos uno que me pareció bastante cliché y que no digo por no hacer spoilers). Un brindis por esa Rocío maravillosa, la ayudante de Bee, que me ha hecho soltar alguna carcajada. 

Me encanta el sentido del humor de la autora y cualquier libro en el que haya gatos para mí sube la nota. Y aquí hay dos. 

Tiene la parte de documentación sobre Marie Curie, que es de lo más interesante (siempre me ha fascinado esa mujer) y muchas notas curiosas sobre el trabajo de las doctorandas en la NASA y sobre las injusticias que siempre ocurren en el mundo académico (que parece que es igual hablemos del país que hablemos). 

En definitiva, ¿recomendable? Sí. ¿Para ponerle cinco estrellas? No. Es, como dice mi señora madre, una novela de avión. De esas para entretenerte y pasártelo bien en un vuelo Tenerife-Madrid. Porque es eso lo que me ha durado. Dos horas y media. 

Que oye, ni tan mal. Que ojalá todas mis novelas entretengan tanto. 

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