
Hoy os vengo a hablar de una comedia romántica juvenil escrita por Marissa Meyer, famosa autora de Las Crónicas Lunares., llamada Karma al instante.
No había leído nada de esta autora, aunque por supuesto fui testigo del boom en Booktube y en Bookstagram de su trilogía, así que —como esta era autoconclusiva y además de lo mío—: comedia romántica y juvenil, se vino conmigo a casa en la última firma. (Sí, esta es otra de las cosas malas que tienen las firmas de libros, aparte de las que ya te contaba en este post. Que te pasas la tarde en una librería y es complicado no picar).
Te cuento la sinopsis de Karma al instante:
Pru vive en una ciudad costera y, tras una noche de fiesta con sus amigos, descubre que acaba de adquirir una sorprendente habilidad: desatar karma al instante. Sin pensárselo dos veces, Pru comienza a usar su nuevo poder para castigar a cotillas que se dedican a extender rumores o a vándalos maleducados… Pero hay una persona con la que no parece funcionar: Quint Erickson, su compañero de laboratorio, que es un vago redomado.
Quint es, además de irritantemente atractivo, impresionantemente noble, y resulta toda una experiencia verlo trabajar en el centro de rescate de animales marinos. Cuando Pru se resigna a trabajar en el centro de rescate por un crédito extra, comienza a descubrir cosas acerca de las crías de nutria, de los desastres medioambientales y de cómo funciona el amor… no necesariamente en este orden. Sus nuevas habilidades pronto le mostrarán lo fina que es la línea entre la virtud y la vanidad, entre la generosidad y la avaricia… el amor y el odio… y el destino.
Vale, ¿qué me ha parecido?
Vamos a partir de la base de que le he puesto tres estrellas y media a esta lectura, así que no está nada mal. La novela está estupendamente traducida por Eva González. La autora ha usado como excusa un enemies-to-lovers (si no sabes lo que es, te hablé de este cliché de la novela romántica en este post) para hacer una reflexión sobre la madurez y sobre el sesgo cognitivo.
¿Sesgo cognitivo? ¿Mande?
Vale, me explico. Marissa Meyer usa el personaje de Pru para demostrarnos que, aunque nos creamos en posesión de la verdad absoluta, no hay nada mejor que intentar colocarse en el lugar del otro para darnos cuenta de que hay formas distintas de ver la vida. Y que, si no hablas, si no intentas comprender el punto de vista de los demás, lo único que haces es perder. Punto para la autora por esto.
Otra cosa genial: la documentación.
La historia se desarrolla en una ciudad costera en la que hay un centro de rescate de animales. Meyer nos hace pasear por las playas y aspirar la peste a pescado del centro. Nos hace concienciarnos de lo difícil que es este trabajo (y también de lo necesario). Otro punto para ella.
La pareja romántica se desarrolla con naturalidad y no puedes evitar enamorarte de Quint. A pesar de que supongo que yo, que soy bastante controladora como Pru, también perdería la paciencia si lo tuviera a mi lado. Otro punto para Meyer.
Cosas que no me han gustado tanto y que son las que le han quitado puntos a la hora de valorar:
El tema del karma al instante.
Es verdad que Prudence obtiene ese poder, pero es algo que creo que está poco trabajado. Hay un momento a lo largo de la novela que incluso te olvidas de que lo tiene y creo que, sin eso, la novela hubiera sido exactamente igual. No complica la existencia de la prota lo suficiente desde mi punto de vista. Un suficiente bajo en reglas de la magia para Marissa Meyer. Cosa que me lleva a plantearme si merece la pena leer sus libros de fantasía juvenil.
Otra cosa que tampoco me pareció redonda: las subtramas. Quedan muchas abiertas. Por ejemplo, la del hermano gemelo de Pru. Y a no ser que la autora se plantee segunda parte con él, también quedan pendientes muchos temas de la familia de Pru que no se cierran.
Pero, a pesar de estos pequeños «fallitos», es una novela divertida, tierna, con su pequeño toque de magia y muy entretenida.
Recomendable, en otras palabras.