Reseña de «A Roma sin amor», de Marina Adair

Empecé a leer esta novela por la misma razón por la que me leí «No eres tú, soy yo» de Tash Skilton. Porque Xavier Beltrán —a quien sigo desde hace años— la traducía. Y, aunque es una novela disfrutable, creo que me quedo con la de Tash Skilton. 

Esta es la sinopsis de A Roma sin amor

Annie cree que la única manera de dejar de sentirse fuera de lugar es crear su propia familia. Sin embargo, le está resultando bastante complicado, porque todos los hombres con los que sale encuentran el amor de su vida… justo después de romper con ella.

Tras su último desengaño, decide que es hora de empezar de cero, sin hombres. Y se muda a Roma (Rhode Island, EE. UU.), y no a Roma (Italia), para trabajar en el hospital de la ciudad, donde, por sorpresa, acaba compartiendo casa con un compañero tan enigmático como corpulento y sexy.

Tras cubrir una historia literalmente explosiva en China, el fotoperiodista Emmitt Bradley vuelve a casa herido y con la intención de afianzar el lugar que ocupa en la vida de su hija Paisley. Pero con un padrastro y un tío entregado, Emmitt parece tener que pelear por su sitio. Por no hablar de la adorable invasora que ocupa su casa, que supone un problema añadido, uno que a él le encantaría resolver en la intimidad.

Demasiados frentes abiertos: Annie ha renegado de los hombres, Paisley está en pleno furor adolescente y el padre de Emmitt, con el que estaba distanciado, reaparece con un secreto que lo cambia todo.

Te contaré qué cosas buenas y qué cosas menos buenas tiene la novela. 

A Roma sin amor no es para mí una comedia romántica. Es una novela romántica contemporánea.

¿Qué significa esto?

Significa que el conflicto de la novela es el romance entre los dos protagonistas, pero en ese conflicto el humor no tiene un peso fundamental en la trama y, aunque hay momentos de humor, está claro que es el amor el rey y señor de la trama. 

En ese sentido, la novela ofrece lo que promete.

Annie, un personaje de lo más curioso como protagonista —hija vietnamita adoptada de un matrimonio estadounidense, médico en su periodo de formación— es abandonada casi en el altar por un novio que muy poco tiempo después se va a casar con otra. Annie decide entonces aceptar un trabajo en Roma, la de Rhode Island, donde tiene la mala suerte de tener que compartir vivienda por un malentendido con el dueño de la misma: Emmit, un fotoperiodista, que vuelve a casa tras ser herido trabajando en China. 

Cosas que me han gustado: 

El concepto de familia

La familia es la familia independientemente de cómo sea. Los padres de Annie son sus padres, aunque ella haya nacido del vientre de otra mujer. Me gustó cómo se habla de las raíces perdidas y de cómo condicionan la madurez  y la personalidad de la protagonista. 

También la peculiar familia que se forma alrededor de Paisley, la hija de Emmit, que ya no tiene madre, pero sí tres padres perfectamente válidos. Las relaciones padres-hija (a pesar de que Paisley es la típica adolescente cliché) también me han parecido enriquecedoras. 

Los diálogos y los mensajes en posts-its

Los diálogos entre Annie y Emmit, sobre todo cuando estos son en mensajes de texto o en posts-its, son divertidos y le dan personalidad a cada personaje. Seguro que alguno de esos giros han sido complejos de traducir para Xavier. 

Una novela para amantes de la romántica contemporánea

En resumen, si eres amante de la novela romántica contemporánea, esta te gustará. Un romance clásico con su punto picante entre dos personajes que en principio parecen no tener nada que ver. Emmit ayuda a Annie a aprender que no es un felpudo que todo el mundo pueda pisar y a tomar las decisiones en su propia vida sin dejar que la mangoneen. Y Annie ayuda a Emmit a conseguir el equilibrio entre la vida real y su trabajo. 

Pero… también hay cosas que no me han gustado

Las dichosas novelas de médicos

Seguro que si eres abogado y lees un libro en el que sale un procedimiento jurídico, hay cosas que te rechinan a menos que el autor se haya documentado muy bien (o haya tenido como lector cero a un abogado). Y, aunque no hay fallos de documentación o por lo menos no flagrantes, sí que hay esa imagen totalmente cliché del médico como el alma salvadora totalmente vocacional. Y eso es algo que me pone de los nervios. 

He sido médico durante más de veinte años. He trabajado en todos los aspectos de la sanidad pública y privada. Varios de mis compañeros son Médicos sin Fronteras y han trabajado en países del Tercer Mundo gratuitamente. Y nunca he visto esa imagen del santo médico buenecito que tanto veo en las novelas. Es más, los médicos más vocacionales que conozco se parecen mucho más a Emmit que a Annie. 

Eso ha conseguido que no empatice nada de nada con la protagonista. Su forma de ser —en plan felpudo femenino— no ha ayudado precisamente. 

Cuando ella se plantea si faltar al secreto médico, es para darle cogotazos. No, no se falta a tu juramento hipocrático, chavala, te puedes quedar sin poder ejercer. Por eso no entiendo la reacción de él. 

En fin… que si no tienes trabas mentales con el tema médico, como es mi caso, seguro que te gustará la novela. Y habrás disfrutado con series como Anatomía de Grey sin que te echaran de la sala por decir «Sí, hombre, y ahora cuéntame una de indios y vaqueros».

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