Voy a empezar este post de esta semana del libro con una perogrullada: me encanta leer. Desde que me enseñaron a pasar páginas, he estado leyendo sin parar. Incluso releyendo a pesar del riesgo inmenso que esto conlleva (porque cada libro tiene su momento y tú no eres la misma que cuando leíste ese libro). También sufro de Tsundoku (que si no sabes lo que es, es el término japonés para aquellos que somos adictos a comprar libros y acumularlos sin leer). Leo una media de diez libros al mes. A veces son seis, a veces catorce.
Es decir, que yo no necesito razones para leer
Como lectora, que es lo que soy antes de escritora, nunca pensé en vivirlo desde el otro lado. Ni se me pasó por la imaginación cuando de adolescente iba a las firmas de la Feria del Libro. Bueno, mentira, pasárseme por la imaginación, sí, pero como se te pasaría ir a la luna en cohete. Pero como escritora es evidente que necesito leer para formarme.
Desgraciadamente, cada vez se lee menos. Así que mi peculiar contribución a esta semana del libro es daros siete motivos para leer. Como dice Antonio Muñoz Molina, que por supuesto lo dirá mucho mejor que yo, los libros tienen formas raras de llegar a nosotros.
«Qué manera tan rara tienen a veces los libros de llegar a nosotros. Parece que nos esperan sin prisa como concediéndonos el tiempo que nosotros mismos no sabemos que necesitamos. Durante más de veinte años esos volúmenes de Bernhard han estado conmigo, presentes en mi vida sin que yo los leyera, visibles en mi biblioteca, como una casa junto a la que pasa uno todos los días y la mira y se siente atraído pero no se decide a llamar a la puerta. No sé si lamentar o agradecer que una influencia tan poderosa no me afectara cuando era mucho más joven. Pero a veces, da la impresión de que un azar benévolo nos impone los libros en el momento justo en que necesitamos verlos».
Leer para tener tema de conversación
Vale, es uno de los motivos que menos me gusta porque es de un borreguismo importante. Pero también es lo que ha hecho millonaria a J.K. Rowling. Y es un motivo para leer Harry Potter. Pero leer un libro porque todo el mundo lo ha leído y así tienes de qué hablar te lleva también a leer cosas como Cincuenta sombras de Grey experiencia que quiero borrar de mi memoria. Terminé odiando a la sosa de la Anastasia y mi conclusión es que es como una peli porno: mucho sexo y y un argumento banal. Las pelis pornos también venden.
Leer porque estás deprimido y necesitas animarte
La biblioterapia existe. Aunque es cierto que aconsejar un libro que se ajuste a tu estado de ánimo exige una empatía que raras personas tienen. Pero una buena carcajada —las que te proporcionan los libros de Wodehouse— pueden ayudarte a pasar un mal trago vital.
Leer un libro porque le encanta a tu pareja o a tu amigo
Tiene sus riesgos, como ya te conté en una ocasión. Si te gusta, tienes un maravilloso punto en común, pero si no…darte cuenta de que una cosa que no te gusta, es intocable para el otro, puede crear conflictos.
Leer libros para cogerle el gusto a la lectura
Me repatea cuando alguien pone la ceja alzada al decirle que leo romántica o juvenil. Creo que la lectura es un disfrute y, como escritora, no aspiro a cambiar la historia de la literatura sino solamente a entretener al lector y dejarle buen sabor de boca cuando acaban mis historias. Cualquier libro que te haga disfrutar, sea del género que sea, te hará literaturadicto.
Leer un libro para compartirlo
Lucía Herrero leyó con su hija Proyecto Bruno y Planeta Caro. Sandra Adrián me contó que leyó con su madre 42 semanas y se lo pasaron pipa. Compartir un libro con alguien es un placer, por eso existen los clubs de lectura y las lecturas conjuntas, porque mola.
Leer un libro porque te lo regalan
A ver, no tienes obligación de leer los libros que te regalan. De hecho, a mi casa llegan muchos libros que no me apetece leer porque la gente los envía para que los reseñe (normalmente, sin preguntarme). Y puede que tus amigos —o tu familia— te regalen libros, pero ellos mismos no sean lectores, con lo cual puede que escojan lecturas que no te molen.
Pero si no te gusta leer, y alguien se esfuerza en encontrar un libro que pueda despertarte el gusanillo de la lectura porque para esa persona leer es algo maravilloso y le gustaría compartirlo contigo, lo menos que puedes hacer es intentarlo.
Leer un libro porque es un clásico
Si no te gusta leer, mi consejo es que no empieces con los clásicos. Así de claro. Porque no hay nada que mate más el deseo lector de un adolescente que las lecturas obligatorias de los clásicos, por muy buenos que sean.
A ver, son clásicos. Si son clásicos es porque ha pasado tiempo. El lenguaje no es el actual, por mucho que la historia sea una maravilla. Y a alguien que no le gusta leer se le harán cuesta arriba.
¿Recomendaciones entonces? Si quieres leer un clásico, vete a los más actuales. Leer juntos «La venganza de Don Mendo» puede ser muy divertido. O piezas de teatro como «La balada de los tres inocentes» o «Un marido de ida y vuelta».
Luego, despertar la curiosidad del lector. Mi profesora de Literatura consiguió que me leyera La Regenta con catorce años.