6 razones para leer fantasía juvenil

Decía Ralph Waldo Emerson que no podía recordar los libros que había leído de la misma manera que no podía recordar las comidas que había ingerido, pero que, aún así, esos libros —y esos nutrientes—le habían formado. 

El señor Emerson me pareció a mí el colmo de los lumbreras cuando leí una frase suya que decía que no ha nacido niño tan adorable que su madre no quiera contemplarlo dormido. Así que cualquier frase de ese hombre va a misa.
Volviendo a lo del principio, somos lo que leemos. Las lecturas que hacemos son combustible para nuestros valores, nuestros principios, nuestras creencias y nuestra creatividad.
De la misma manera que, cuando comemos, los hay que eligen con cuidado cada bocado literario. Y los hay que se atiborran de cualquier cosa comestible. Y luego, quien elige de cada cosa lo que le apetece según el momento.
La lectura nos hace volar por un sinfín de experiencias “gastronómicas” sin movernos del sofá. 
La literatura fantástica juvenil, en este sentido, tiene la fama de ser algo así como unos “espaguetti con tomate” o “un escalope con patatas fritas”. O sea, el menú infantil. No hay pularda ni mignardises en los escaparates de los escritores de fantasía juvenil. No te digo ya si, encima, está escrita por mujeres.
Pero yo hoy vengo a demostraros que estáis equivocados. Que puede haber alta cocina en la literatura fantástica juvenil con estas 

6 razones para leer fantasía juvenil


1) Eres demasiado mayor para que te importe lo que piensen los demás.

Hace poco, en una feria del libro, una chica se paró delante de mí y de mis libros. Cuando me pasa eso, si no estoy ocupada, suelo dar a leer la sinopsis a la persona en cuestión. Al tenderle el libro, la chica —que debía tener unos 18 años— me dijo que “era muy mayor para leer fantasía”. Tendrías que ver mi cara de pasmo. ¿Hay una edad para dejar de leer Fantasía? ¿Por qué hay gente que deja de leer Fantasía a una determinada edad?
Hay demasiado vergüenza en el mundo. La vergüenza es el enemigo de la creatividad y el amigo del esnobismo. Sobre todo en lo que a libros se refiere.
2) La brillantez no conoce género: 

¿Es menos brillante Ursula K Le Guin que Joe Abercrombie? ¿O Carmen Martín Gaite que Stephen King? Creo sinceramente que el hecho de que la mujer haya tenido un papel menos relevante en la literatura fantástica se debe principalmente a la menor relevancia que tenía en la sociedad hasta hace muy pocos años.

De la misma manera, no es menos brillante José Antonio Cotrina o Concepción Perea o todos los autores de nuestra lista de autores de fantasía juvenil que cualquiera que escriba Fantasía adulta (Ahora que está de moda lo de las siglas deberíamos llamarla FA)

3) Los jóvenes tienen amplitud de miras a la hora de elegir: 
Pues sí, aunque nos pese: los jóvenes son los mayores consumidores de cultura de nuestro país. Son mucho más receptivos a la innovación creativa (¿Sabes que el cerebro pierde 100.000 neuronas en un día? Imagina la diferencia de neuronas que tiene una chica de 18 años conmigo, que ya peino canas).  
4) Escribir una novela juvenil es tan difícil como escribir para adultos: 
De verdad. Que los jóvenes no son tontos. Y escribir una novela juvenil sigue los mismos pasos que la fantasía adulta. Y alguno más, porque a veces te cortan trozos los correctores de estilo: “A dónde vas con este trozo estilo Cincuenta sombras de Grey, chavala?”. Si no lo crees, no dejes de leer mi guía para escribir (y publicar) una novela de fantasía juvenil. 
5) Porque los libros de fantasía juvenil son aplicables a la realidad diaria. 

Piensa por un momento en el último libro de fantasía juvenil que has leído. A menudo, temas como la muerte, las cuestiones de género, las razas, la sexualidad, el maltrato toman al asalto las páginas de esos libros. Un adolescente es una persona en la que la mente y el cuerpo está cambiando a ritmo de vértigo, que se plantea cada día quién es y dónde encaja, que está ahora mismo en el epicentro de ese terremoto que es la vida. No hay nada marginal en un adolescente. 
La fantasía juvenil, en muchas ocasiones, apela a nuestro yo más profundo, las partes de nosotros que el esnobismo literario no es capaz de alcanzar, las zonas en las que niño y adulto se conectan dentro de nosotros. Y donde la realidad le da la mano a los sueños. 
6) Nunca juzgues a un libro por su género: 

Muy frecuentemente, las cosas que parecen ser simples, están dotadas de multitud de capas, que las barnizan dándole múltiples matices. Hay tantas versiones de un libro, como lectores. Los libros —en general— abren la mente, disparan nuestra creatividad. ¿Por qué vallar a un género determinado? 
Todos tienen magia. 

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