Formo parte de lo que se llama en el cine «La generación Goonies». Es una época que va desde el estreno de ET, el extraterrestre en 1982 hasta la llegada de Jurassic Park en 1993, los mejores títulos de Spielberg para el cine. Recuerdo con detalle el ver volar al extraterrestre frente a la luna sentada en la butaca del cine, la misma que casi rompo por apretarme contra ella para huir de los T-rex, pero sobre todo tengo el recuerdo del espíritu de aventura que la peli de Los Goonies nos proporcionó a todos. Esta semana me he enterado de que hace 35 años de eso (qué vieja me siento). Y me he preguntado qué fue de Los Goonies.
En los muelles de Goon, Mickey y Brand Walsh tienen que abandonar su casa (lo mismo que su grupito de amigos) debido a la inminente demolición de todas sus viviendas para construir un campo de golf en la zona. Cuando encuentran un mapa con la ubicación del tesoro de Willy el tuerto, parten en su busca para intentar resolver sus problemas. Desgraciadamente, se cruzan en el camino de unos delincuentes que huyen de la policía. Esa es en resumen la premisa de la película.
Los Goonies es un icono de los ochenta, como la movida madrileña, el pelo cardado, o las hombreras y los calentadores sobre el chándal (que muero de vergüenza al pensar que llevé tanto tiempo al instituto). Pero no solo es la típica historia de aventuras en busca del tesoro. La película es la historia de un desahucio ilegal, de la tragedia de vidas modestas que se ven arrasadas por proyectos en los que solo se piensa en el dinero (y no precisamente por el bien común. Las familias de Los Goonies se quedan sin casa por el proyecto de un campo de golf) y frente a eso, está el afán del adolescente por solucionar un tema que los adultos no han podido manejar.
El adolescente contra el sistema
En la adolescencia, empezamos un periodo de la vida que es fundamental en el ser humano. Empezamos a preguntarnos sobre los límites que nos imponen y sobre el sentido de las normas que hasta ese momento seguíamos a rajatabla y sin rechistar. Elaboramos el sistema de valores sobre el que se cimentará nuestra vida adulta. Y las relaciones de amistad se convierten en pilares. No es raro comprobar que esos amigos de la adolescencia son luego amigos para toda la vida. Como ocurre en Los Goonies, son muchos cambios vividos juntos, madurar juntos une.
La nostalgia de esa etapa en la que nos creíamos invencibles es, sin embargo, un factor peligroso a la hora de juzgar. Miedo me da leerme libros que siguen siendo icónicos para mí (como por ejemplo, Memorias de Idhún) porque me desilusionen. Pero, cuando volví a ver Los Goonies con mis hijos, me lo pasé igual de bien que entonces. Por la historia (el guion es una maravilla de Chris Columbus, basado en una idea del propio Spielberg), con unos personajes maravillosos y sobre todo porque está cargada de humor y aventuras clásicas por los cuatro costados y aderezada por una banda sonora espectacular (aunque la canción The Goonies r good enough de Cindy Lauper tenga el vídeoclip más raro de la industria del cine).
Además está llena de detallitos curiosos y guiños como los que cuentan en el blog de Yo fui a EGB
Pero igual que la adolescente que sentía latir su corazón cuando Brand y Andy se besaban en la cueva que era yo, Los Goonies han cambiado mucho.
Qué ha sido de los protas de Los Goonies
Al ver este vídeo de reencuentro de los protagonistas, mi sorpresa fue mayúscula al darme cuenta de que Sam —el amigo incansable de Frodo en El señor de los anillos— era el Mickey de Los Goonies. Sean Astin también encarna a Bob, el novio de Winona Ryder en la segunda temporada de Stranger Things. Y ha envejecido fatal, todo sea dicho. Aunque Corey Feldman, al que las drogas y el alcohol (qué pena de niños metidos en la industria del cine) pasaron factura, no se queda atrás.
Brand, interpretado por Josh Brolin (hijo de James Brolin, el guapísimo administrador de la serie de los ochenta Hotel) es el que mejor parado ha salido de todos. Sigue actuando desde entonces, con nominación al Óscar incluida.
Stef, interpretada por Martha Plimpton, se dedica al teatro, aunque hace algunos papeles secundarios en series de televisión (la hemos visto en Anatomía de Grey, por ejemplo).
Los actores que daban vida a Data (Jonathan Ke Qang), Andy (Kerri Green) y Gordi (Jeff Cohen) trabajan en cosas relacionadas con el mundo del cine, pero ya no actúan. Data es coreógrafo de escenas de accción (sí, yo también me quedé flipada de que eso fuera una profesión), Andy ahora mismo lleva una productora de cine independiente y Gordi es un abogado especializado en temas relacionados con el cine y, con los años, perdió los kilos y el pelo.
Por qué me encantan Los Goonies
Los Goonies es algo más que una película juvenil de aventuras, habla del rechazo y del abandono, de cómo la adolescencia nos hace madurar y de la importancia de la amistad. Todos los protagonistas tienen algo que les convierte en inadaptados en el entorno habitual frente a la pareja Brand-Andy, que es la típica triunfadora. Incluso Sloth no es capaz de encajar en una familia de delincuentes.
Es una película que puede verse desde muchos puntos de vista. La primera vez que la vi, salí del cine queriendo ser una Goonie e ir a la búsqueda de tesoros cada día (el ser asmática y tirar de inhalador cuando me ponía nerviosa, me hizo adorar a Mickey). Pero, al verla de adulta, fui consciente de la realidad tan dura que los giros cómicos ocultan aunque siempre me deja un calorcito en el alma y me refuerza mi decisión de escribir literatura juvenil a pesar de los prejuicios.
Los Goonies, en definitiva, nunca mueren.