Publicar una novela: «Proyecto Bruno»

 

 

 

Publicar una novela tal y como está el panorama editorial es un acto suicida. Solo tienes que ver las mesas de novedades de las librerías para saber que tu novela es una entre un mar de libros. ¿Tiene sentido hacerlo? Mucho más cuando es una novela juvenil romántica, que los prejuicios nos dicen que es prescindible.

Mañana, saldrá a la venta Proyecto Bruno. Será mi sexta novela publicada y el  libro número quince que lleve mi nombre en la portada, desde que se publicó Anaga, mi primer poemario, en el año 1994, que se dice pronto. Pero me siento como si fuera la primera. Cada vez me siento igual. Con los mismos nervios que al principio pensaba que se me pasarían con los años, con la misma sensación de vértigo en el estómago por si no gusta. A pesar de que he tenido lectores cero para pulirla.

Publicar una novela es como escribir este blog: sabes que hay gente al otro lado, pero hasta que no contestan es como si lanzaras una botella con un mensaje al mar. Estás a salvo y nadie puede impedir que vuelvas feliz a la dicha de elaborar el primer borrador de la siguiente. Escribir una novela no es sencillo, hay que invertir muchas horas sin llegar a tener la seguridad de que ese tiempo valdrá para algo. Tirar, borrar, corregir y dejar muchas cosas a medias por el camino. Pero no se sufre, yo por lo menos me lo paso pipa. Aunque, como el atleta que llega al final de la carrera, atravesar la meta merece la pena. Es la medalla al trabajo cumplido, al esfuerzo.

Ahora, otra cosa es publicarla. Ya no estás tú solo. Cualquiera puede mirar eso en lo que tú enseñas un pedazo de tu alma y hacerte daño. Tú eres consciente de tus propias limitaciones y te expones a que alguien se dé cuenta y las señale en público. Puede que sean clementes, puede que haya quien entienda la intención que tenías y le guste, pero también sabes que no puedes gustar a todos. Como tú mismo, porque quien escribe una novela se retrata en ella. Aunque es aún peor el silencio, cuando nadie dice nada y esa botella que has lanzado al mar no llega a ninguna costa y nadie te lee.

La botella de este dice concretamente:

Ed no cree en el instalove, pero cuando ve a Bruno por primera vez la atracción es inmediata. El problema es que no es el único que se ha fijado en lo adorable que es el nuevo. A Elena, su mejor amiga, también le gusta. Donde Ed es impulso y sentimiento, Elena es razón y análisis. Seguramente por eso, decide conquistar a Bruno aplicando el método científico. Ed no puede decirle que pare de hacer el idiota; entre otras cosas, porque aún no ha salido del armario.
No importa lo friki que seas, lo preparado que estés para los parciales del primer trimestre o que tus amigos sean lo más, cuando el amor viene a por ti, puedes darte por perdido. Para fans de Harry Potter y de Con amor, Simon.

«Proyecto Bruno es una novela juvenil ágil, entrañable y divertida que nos recuerda que a veces ser uno mismo es un acto de valentía. Si quieres leer algo que te deje con buen sabor de boca, ¡este es tu libro!». África Vázquez Beltrán, autora de La ciudad de los ladrones».

Contraportada de Proyecto Bruno

Contraportada de «Proyecto Bruno»

Proyecto Bruno es un proyecto muy personal. Es una historia de amor adolescente, la historia de ese primer amor que todos hemos tenido alguna vez, pero también es el reflejo de cómo la literatura juvenil me ha ido cambiando. Ed y Elena, los dos protagonistas, ese Ying y Yang de la portada, se enamoran del mismo chico: Bruno Pascual, el nuevo de la clase. Junto a Ed —creativo e inseguro— y Elena —racional y científica hasta la médula— está un elenco de secundarios con los que llevo viviendo un tiempo: Caro y Jorge, sus amigos; «Soci», el profe de Sociales; la familia de Ed (espero que alguna vez mi amiga Mónica Gutiérrez me perdone el haberle puesto su nombre a la abuela) y la de Elena…

La adolescencia, como publicar una novela, es un salto al vacío. Te peleas con sueños, con objetivos que muchas veces no son tuyos, con errores que cometes porque somos humanos y nadie es perfecto. De la misma forma, yo llevo un año peleándome con estos personajes y me cuesta dejarlos marchar y ponerlos en tus manos.

En fin… tal vez la solución esté —aunque esta sea autoconclusiva— en escribir una segunda parte.

Puedes conseguir Proyecto Bruno aquí (o si lo quieres dedicado en papel, aquí)

 

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