Cuando empecé a escribir «La Sociedad de la Libélula», quería que mi mundo helado —Anisóptera— estuviera dominado por personas de raza negra. Esa era mi idea inicial. Pero el worldbuilding condiciona en muchas ocasiones las razas que lo pueblan y un mundo sin sol necesita una fuente de energía alternativa, una fuente de energía nuclear. En este caso, el ojo ritual. Pero también precisaba a su alrededor un acelerador de partículas.
¿Qué es un acelerador de partículas y para qué sirve?
Un acelerador de partículas es una máquina que se usa para muchas cosas. El generador que ocupa los sótanos del hospital donde trabajaba se usaba para encoger tumores y diagnosticar enfermedades, pero también sirve para cosas tan dispares como limpiar el agua, detectar la edad de un hallazgo arqueológico o producir energía limpia. Esta última era la función que a mí me interesaba.
El acelerador funciona produciendo en un túnel circular una corriente de partículas cargadas electrónicamente. Esas partículas pequeñitas son obligadas por campos electromagnéticos a viajar a altas velocidades en una dirección. Y al chocar entre sí o contra un blanco se producen otras partículas, que pueden ser dirigidas hacia un foco. Pero si se aceleran a velocidad suficiente, son capaces de lograr una transmutación nuclear. O sea, convertir un elemento A en un elemento B, como por arte de magia, pero en realidad es mediante una reacción de fusión nuclear.
El condicionante del worldbuilding
De esta manera, necesitaba que la raza dominante en Anisóptera fuese una raza directamente implicada con la generación de energía del mundo. Al principio, en el diseño inicial del mundo, mis habitantes de Anisóptera eran metamórficos: seres que podían convertirse en animales. Luego, pensé que convertirse en animales es un proceso que gastaba energía y que el mundo era un mundo carente de energía en el momento en el que empieza la historia así que decidí dejar de lado los metamórficos y que fueran una mezcla de humanos y animales siempre. Salvo los parias.
Los arthros: jerarquía de las razas en Anisóptera
Así que puse en la parte de arriba de la pirámide jerárquica a las libélulas. Porque la historia había partido del título: «La Sociedad de la Libélula». En el momento en el que le presenté a Gabriella Campbell y a José Antonio Cotrina esta idea, me preguntaron: «¿Cómo van a dominar un mundo los insectos que son tan frágiles habiendo mamíferos y reptiles?». Tenían razón. Así que lo resolví matando dos pájaros de un tiro: mi mezcla de humano e insecto tendría unas alas cortantes y mortíferas cargadísimas de una partícula que metida en un acelerador generase una reacción nuclear: el uranio. Si esos seres volaban a gran velocidad alrededor del ojo ritual como si estuvieran metidos en un acelerador de partículas podrían cargarlo de energía. Aunque es verdad que las partículas que viajan en el acelerador no salen muy bien paradas.
Así nacieron los arthros.
En el dibujo de Nahum, el personaje arthros que ha perdido su memoria, las peligrosas alas del arthros están cubiertas por el manto de mirth con el que las protegen y protegen a los demás de rozarlas, pero cuando las despliegan las alas son transparentes, con filos cortantes, como las que salen en la portada del libro (que si os fijáis bien es un arthros completo con las alas desplegadas). Las alas de las libélulas de verdad no son alas suaves, tienen pequeños bolsillos que capturan el viento para sostenerlas en el aire y que me servían para acumular el uranio de los arthros.
Los arthros, por lo tanto, son una mezcla de humano y libélula. No tienen sangre fría como los insectos, porque sudan, tiritan, pero tampoco es una sangre ardiente como la de los nophya. Podríamos decir —imitando a Draco Malfoy— que son unos «sangre tibia». Pero su ciclo reproductivo sí que está basado en el ciclo de la libélula. Los arthros, como las libélulas, se aparean en el aire. Sin embargo, a diferencia de ellos, la libélula hembra no deposita los huevos en el agua, sino que los «pare», al estilo de los humanos, como vemos en la primera escena de la novela. Esos huevos que cría una raza submarina —las coerus— son denominados «ninfas» (como ocurre en la realidad) y salen del agua cuando se han convertido en arthros adultos, como pasa con las libélulas. De ahí, la necesidad de crear en Anisóptera un «lago de las ninfas» y una ceremonia de salida del lago.
La idea de tatuarlos en blanco me ayudó a definir a Nahum. Los acontecimientos más importantes de la vida de los arthros los marcan. Sus tatuajes aparecen de forma espontánea y en un blanco inmaculado que aparece sobre la piel negra a medida que van viviendo. Pero, cuando pierdes la memoria, tus tatuajes vitales desaparecen. Eres un lienzo en negro.
¿Sabías que Anisóptera significa «Libélula» en griego?