Hay muchas razones por las que un adulto puede seguir disfrutando de la literatura fantástica juvenil. Y pensaba que no tenía que explicarlas. Pero el otro día me preguntaron —así, un poco de cara de asco— que por qué me había especializado en literatura fantástica juvenil, existiendo la fantasía de verdad. Y claro, se me comieron los demonios. No acierto: cuando escribía comedia, que por qué no escribía libros en serio. Ahora, que no es fantasía de verdad.
También veo que, tanto en las recomendaciones de libros fantásticos como en los premios de fantasía, la juvenil suele brillar por su ausencia a pesar de que España cuenta con un elenco magnífico de escritores de fantasía juvenil. Así que creo que esta entrada es necesaria.
¿Por qué un adulto leería literatura fantástica juvenil?
No es un secreto que la literatura juvenil vende mucho más que la literatura enfocada a un público más adulto (si obviamos la romántica que es siempre el género más vendido). Autores como J.K Rowling hicieron posible que la literatura fantástica juvenil fuese número uno durante décadas. Sin embargo, una cosa a tener en cuenta y que a lo mejor te choca es saber que, hace ya unos años, se estudió la franja de edad que leía estos libros y se vio que en un 55% eran mayores de 18 años. Y aún más: el mayor grupo de compradores se encontraba entre los que tenían de 30 a 44 años.
En los eventos de literatura fantástica, como por ejemplo el maravilloso Celsius, en la cola de los autores juveniles, puedes ver a muchos adultos. Adultos que no están ahí para que el autor/autora les firme el libro a su hijo/hija sino para que se los firme a ellos. Y eso me da fe en la raza humana.
Razones por las que la gente cree que un adulto lee fantasía juvenil
Os voy a contar las razones por las que la gente que no lee este subgénero, piensa que lees literatura fantástica juvenil:
Porque eres un inmaduro emocional
Hay gente que sostiene que los libros para jóvenes presentan las cosas con mucha más pasión porque los jóvenes viven todo con más intensidad. Y que los adultos que leemos —¡imagínate los que los escribimos!— estos libros, sentimos una vuelta a esa pasión por todo al leerlos. Como si fuéramos inválidos emocionales a los que hay que ayudar.
Porque tienes nostalgia de tu juventud
Si os digo la verdad, lo único que echo de menos de mi juventud es el culo, que con los años se va volviendo regordete y fofo. Pero de resto, nada. ¿Volver a pasar los exámenes de la carrera? ¿Volver a sufrir con las rupturas sentimentales? ¿No saber qué hacer con tu vida? Quita, quita.
Porque son historias simples y tú eres una persona que no sabe de literatura
He oído a más de un crítico literario decir que los libros juveniles no son verdadera literatura. Que su narración es simple, que sus personajes no son complejos y que no tienen chicha, como la «verdadera literatura». Esa visión de la literatura fantástica juvenil solo puede tenerla alguien que no la lee. Como siempre, para opinar hay que haber leído. Y haber leído no un solo libro, sino varios.
¿Por qué creo yo que los adultos leemos fantasía juvenil?
Porque nos sentimos crecer como personas
Creo que los adultos que leemos este género hemos descubierto que las historias de literatura fantástica juvenil están llenas de imaginación y de riqueza y que no tienen nada que envidiar a las de la literatura fantástica adulta. Nos hemos convertido en «caminantes de la frontera», como el monstruo Grendel de Beowulf.
Cuando diseñamos la escaleta de una historia, una de las cosas más importantes es el cambio que sufre el personaje principal. Pensad en un momento en la historia de la Bella y la Bestia. Podría decirse que la protagonista es Bella, pero no. La historia engancha por la transformación que sufre la Bestia. Nos encanta ver cómo el corazón del monstruo se va ablandando.
La transformación en una edad joven es más palpable, porque la personalidad aún no está definida del todo y vamos viviendo el cambio del héroe/heroína con él. Crecemos con Harry Potter, que crece como persona y se vuelve gradualmente más oscuro en cada libro. O con los niños de Las Crónicas de Narnia. Incluso Peter Pan, que siempre permanece joven, cambia a lo largo de la historia de Barrie.
Porque nos sirven para nuestro momento de escape de la realidad
Una de las cosas por las que me gusta leer —y ya no te digo escribir— fantasía juvenil es porque, de esa manera, mi mente se resetea del estrés cotidiano. En general, me pasa con todos los libros, pero la fantasía te permite la inmersión en un mundo diferente, en el que los problemas son otros. Si lees a Cotrina y a Gabriella, directamente tu problema es cómo sobrevivir (hummm… a lo mejor no son tan diferentes de la vida diaria).
Porque me encanta desgranar la simbología del worldbuilding
Un libro de fantasía juvenil suele tener un mensaje oculto detrás. Como escritores, no podemos evitar que el entorno modifique de alguna manera el mundo que estamos creando. Por ejemplo, el mundo que Lewis creo para Las Crónicas de Narnia tiene que leerse teniendo en cuenta el entorno histórico en el que fue escrito. Con la Segunda Guerra Mundial como telón de fondo y con un cristianismo feroz como principal creencia (Lewis se reconvirtió al cristianismo en 1931 después de muchos años de ser ateo). Aslan, el imponente león, que es a la vez poderoso y fiero rescata a Narnia de la maldición de la Bruja Blanca que sume al mundo en un eterno invierno. Pero para hacerlo debe morir y resucitar de entre los muertos. ¿No te suena esto de algo?
Ya viste toda la miga que tiene detrás La historia interminable en este post.
Porque cuando la obra tiene cien años ya deja de ser considerada juvenil.
Tuve un novio que decía que no leía nada que tuviera menos de 100 años. Por esto y otras pedantadas por el estilo, no cuajó la cosa entre nosotros. Curiosamente, los mismos críticos que dicen que la fantasía juvenil apesta, ponen en los libros imprescindibles para leer El hobbit, Alicia en el país de las maravillas, La historia interminable o Peter Pan.
¿Qué pasa? ¿Que si cumplen años ya no son fantasía juvenil?
Si lees literatura fantástica juvenil, llegarás antes a esas maravillas que se convertirán en libros leídos por varias generaciones: como El ciclo de la luna roja, de José Antonio Cotrina o la Trilogía Grisha de Leig Bardugo. La fantasía juvenil es un hechizo que quiero experimentar ahora.
Y a los críticos, que les den.