Una de las cruces que debe llevar a cuestas una escritora profesional es las reseñas negativas. Todos vamos a tener reseñas negativas. Eso es un hecho. Las reseñas son parte de la carrera de un escritor emprendedor, lo quiera o no.
Nunca llueve a gusto de todos y habrá gente a la que tu libro la deje completamente fría. Y es normal. Tu crítico interno debe esforzarse por distinguir el grano de la paja y seleccionar para mejorar solo aquellas reseñas negativas que tengan un fundamento. Por ejemplo: «falla este personaje por esto y por esto».
Pero aún así duele.
Estás emocionado, el libro se vende, se comparte, empiezas a recibir un feedback maravilloso de algo que te ha costado meses de trabajo y de repente… ¡PLAF! Alguien dice que es un truño.
Y aunque tengas miles de reseñas positivas, esa única reseña negativa duele como si te echaran sal en las heridas. Desafortunadamente, es más frecuente que te dejen reseña cuando no les ha gustado el libro que cuando sí lo ha hecho. Somos perezosos dejando valoraciones.
El problema con las reseñas negativas —o no del todo positivas— es cuando algo que tú ves absolutamente injusto se repite de una reseña a otra. Por ejemplo, ahora, me está pasando en 42 semanas que toooodas las reseñas de las bookstagrammers ponen que «se queda corta».
Bueno, es que es una novela corta. 42 semanas tiene alrededor de 47000 palabras. O sea, una novela corta.
Las lectoras de romántica, que leen habitualmente tochazos de 600 páginas, no están demasiado habituadas al formato de comedia clásica en castellano. Obras cortitas, con un punto de humor y poco erotismo.
Pero decir que «se queda corta» hace que el libro se venda menos y se lea menos.
Y además, al ser esta una nueva aventura, en un mercado nuevo, el tema «reseñas» cobra mayor importancia que en otros libros de mi catálogo. Porque de las ventas de este libro depende que la editorial confíe nuevamente en mí.
No responder a las críticas
«Consejos vendo que para mí no tengo», dirás. Porque lo que estoy haciendo aquí es responder a las críticas. Y no debe hacerse. Una tiene que seguir con su vida, aprender lo que puedas de la crítica (la siguiente novela no puede ser una novela corta, aunque me encante ese formato), seguir escribiendo y olvidarte del tema.
Por supuesto hay muchas reseñas positivas. Así que no me preocupa realmente. Por cada reseña medio «meh», tengo varias maravillosas. Y eso es un verdadero catalizador de confianza y de apoyo para seguir adelante en esta aventura.
Celebrarlas
¿Cómo lidiar con las negativas para que no me desanimen?
Se me ocurrió una forma: me fui a Amazon, a libros que a mí me habían encantado, libros a los que yo les hubiera puesto cinco estrellas y que he recomendado, regalado y envidiado por cómo están escritos y leí las opiniones de una estrella que tenían.
Funciona mejor que el chocolate, oye.
Ver que a Sophie Kinsella, en Tengo tu número, alguien ha puesto que «Raya el absurdo y no veo la comedia», cuando a mí me hizo reír a carcajadas y me parece una de las más exquisitas tramas de comedia clásica que se puedan escribir, me consuela.
O ver que alguien dice de la maravillosa Miss Merkel de David Safier, que «Hacía tiempo que no caía en mis manos una novela tan mala, llena de tópicos y falta de supuesto humor. Aburrida a tope. Lo primero y lo último que leo de este autor», me dan ganas de responder: «Lo que te pierdes, chaval».
En fin… que me voy a abrochar el cinturón y a seguir volando
Todos los autores reciben críticas. Cuanto más visible eres, más críticas recibes. Vivimos en un mundo en el que la gente critica sin pensar que detrás hay una persona, así que al escritor no le queda más remedio que hacer callo en el corazoncito y sobrevivir.
Desgraciadamente, la literatura no es matemáticas. No hay una fórmula exacta para contar una historia y la haces lo mejor que puedes.
Quede aquí mi pataleta, que me voy a abrochar el cinturón para seguir volando.
