
Llevo mucho tiempo sin escribir en este blog. Mucho. Para mí, seis meses es mucho cuando tienes un hábito muy firme de escribir todas las semanas durante muchos años. Mucho más tiempo aún sin grabar un vídeo en el canal , que ha seguido creciendo a pesar de que yo no he estado ahí y que también pretendo retomar en breve.
Puede que no te hayas dado ni cuenta de mi ausencia, pero si me leías a menudo, creo que te debo una explicación. 2019 ha sido uno de los años más terribles a nivel personal que he tenido en mi vida y, por distintos problemas, tuve una depresión reactiva. No me apetecía ni leer, ni escribir. Ni hacer nada de nada, la verdad. He pasado por un bloqueo intenso de meses y por tratamiento farmacológico y de terapia.
La depresión vela la felicidad como si echara una sábana oscura sobre tu vida y la apagara y cada mínimo esfuerzo es un esfuerzo titánico: levantarte de la cama, vestirte, sonreír, comer. Cuando además de ti depende una familia, ese esfuerzo se hace agotador. Mi familia y mis amigos —en estos casos, te das cuenta de quiénes son los de verdad— también lo han pasado mal conmigo.
La tristeza, la desesperanza, la sensación de vacío y la apatía son tus compañeros desde que te levantas hasta que te acuestas. No ayuda a leer o a escribir el ser incapaz de concentrarte porque duermes mal y durante el día tu mente es un colador por el que todo se filtra sin quedarse.
Pero aquí estoy de nuevo. Como el ave fénix.
Al principio, cuando empecé a mejorar, lo único que leía eran libros que ya había leído y que sabía que me habían gustado. Porque de esa forma evitaba los «dardos innecesarios» que de repente me encontraba en libros que no había leído. Una forma de elegir lectura un tanto cobarde, lo sé. Pero me ayudó.
Luego, la comedia romántica se convirtió en mi válvula de escape. Ya te conté aquí por qué me gustan las comedias románticas, me han gustado siempre: verlas, leerlas.. Pero en este caso se ha convertido en el salvavidas que me ha ayudado a volver a mi ritmo normal de lectura y que, poco a poco, me permite volver a mi ritmo normal de escritura.
De entre los libros de comedia romántica con los que combatir la depresión, te traigo tres sugerencias:
Piso para dos, de Beth O’Leary
«Algo hay que reconocerle a la desesperación: te hace tener mucha más amplitud de miras». Con esta frase tan divertida, empieza Piso para dos, de Beth O’Leary, que tiene una edición preciosa (con el canto del libro en color fucsia).
Leon trabaja de noche y necesita dinero extra con urgencia. Tiffy está desesperada porque no encuentra dónde vivir (algo que pueda pagar). Al final, llegan a un acuerdo por el que Leon ocupará el piso por el día y Tiffy por la noche. Un acuerdo que conviene a ambos, pero que —como en toda buena comedia romántica— empieza a complicarse cuando empiezan a dejarse mensajes y a conocerse.
Un día de diciembre, de Josie Silver
Laurie no cree en el amor a primera vista. Pero una tarde —muy en plan Love Actually o novela cozy (diciembre, nieve, etc)— ve a un chico desde la ventana del autobús y sabe que es el hombre de su vida. Está segura. Claro que tal vez la vida no lo esté tanto, porque un año más tarde lo conoce y es el novio de su mejor amiga: Jack.
A pesar de que sabes que uno de los tres va a acabar herido con esta premisa, hay dos cosas que me engancharon sin remedio a esta novela. La primera esa sensación de «destino» que Laurie experimenta y que te podrá parecer surrealismo puro, pero a mi marido le pasó cuando me conoció. Esa misma tarde les dijo a sus amigos: «acabo de conocer a una chica y sé que es la mujer con la que me voy a casar. No me digas cómo pero estoy completamente seguro». Es algo que veinte años después me sigue alucinando.
La segunda que la novela es de esas que se cuecen a fuego lento, desarrollando a los personajes durante años y eso te permite una profundidad de conocimiento que no está presente en una historia más rápida. Y también la hace más creíble. La autora juega con eso precisamente. Al principio, Laurie se agarra como un clavo ardiendo a esa sensación de «enamoramiento instantáneo» hasta el extremo de obsesionarse con el chico. Algo que desgraciadamente tanto el cine como la literatura nos vende como el «amor normal», pero luego —cuando conoce a Jack y es el novio de su mejor amiga— la vida le da una torta y le dice a la prota: «que no, guapita, que la vida no es color de rosa. Que no estamos en Notting Hill».
Enamorarse no es lo mismo que amar a alguien. Al principio, cuando conocemos a alguien que nos gusta nuestro cerebro está como drogado por un cóctel de hormonas que nos nublan los sentidos y que no nos dejan ver los defectos del otro. Excusamos todo porque el otro es maravilloso y perfecto y es posible que hagamos cosas que luego, al pensarlas, te alucinan porque eras tú quien las hacía . Pero cuando el tiempo va pasando, este «chute» hormonal también pasa y vemos a la persona que tenemos al lado como realmente es. Quien piensa que el enamoramiento vale más que el amor maduro tiene un futuro muy negro en esta vida.
Pero… ¿te das cuenta de lo infrecuente que es el amor maduro en la literatura y el cine?
Por eso, el que la novela se desarrolle en años, en los que los protagonistas se conocen y el cóctel da paso a ese pozo de concordancia y complicidad que es el amor de verdad, hace que esta novela sea especial.
El castillo en las nubes, de Kerstin Gier
Me gusta Kerstin Gier porque compagina —como yo— la fantasía juvenil y la comedia romántica. (Otra autora que también lo hace y que me encanta es Eva Ibottson, de la que te hablaré algún día). No en vano, te he hablado en otras ocasiones de su saga de viajes en el tiempo, que es genialísima.
El castillo en las nubes es un hotel venido a menos (que recuerda un poco al de la peli El gran hotel Budapest) en el que trabaja Fanny, nuestra protagonista, una adolescente de 17 años que se da cuenta de que los huéspedes del hotel puede que no sean todo lo que aparentan (y que tal vez sean ladrones o secuestradores).
Tristan y Ben, dos chicos muy diferentes, se disputan el corazón de la prota y hay un niño —al que a mitad de la novela querrás matar— que le hace la vida imposible. Una novela en la que los personajes son muy ricos y el ambiente es delicioso.
Otras comedias románticas con las que espantar la tristeza
Otros libros de comedia romántica que pueden ayudarte a espantar los malos días son los que te dejo aquí debajo y que he reseñado a lo largo de la vida de este blog.
- Royals, de Rachel Hawkins
- La importancia del quince de febrero, de Sofía Rhei
- La pequeña librería de los corazones solitarios, de Annie Darling
- Amor a primera vista, avisa al oculista, de P.Z. Reisin
¿Me recomiendas lecturas de esas que dejen la sonrisa en los labios al cerrar el libro? Las necesito.