
Cuando hablamos de clásicos de la fantasía juvenil , hay determinados nombres que nos vienen a la mente enseguida. Autores que nos pusieron en las manos la llave de universos imaginados y que guiaron nuestros primeros pasos por historias en las que un hobbit, un sombrerero loco o un león que habla no eran nada del otro mundo. Cuando era pequeña (y ahora también), me encantaba que los libros desplegaran ante mis ojos una espada mágica o un dragón desperezándose o un gigante que se asomaba cautelosamente a las ventanas para robar pesadillas. Hay libros de fantasía que no puedes dejar de leer cuando aún eres niño porque conformarán tu mundo de adulto. Un mundo en el que aún tenga cabida la capacidad para sorprenderse y maravillarse. Hablo de estas catorce recomendaciones del chef. Joyas de la fantasía juvenil clásica para menores de catorce años. Y para mayores, también.
La historia interminable, de Michael Ende
Michael Ende es para mí el rey de la fantasía juvenil. Nadie como él para comprender que la literatura juvenil no está reservada solo a los jóvenes y que quien no lee juvenil se pierde grandes joyas. Ya te hablé en su momento de la noche en la que leí la historia interminable.
Incluso te hablé de la interpretación de La historia interminable aplicada a la carrera del escritor. Y es que eso es lo que pasa cuando relees, que te das cuenta del significado que hay tras la ficción.
Cualquier libro de Michael Ende es una maravilla para leer antes de los 14. Desde los más pequeños, con el descacharrante El ponche de los deseos hasta otro clásico que se convierte en mi segunda recomendación: Momo.
Momo, de Michael Ende
Momo es otro de esos libros de fantasía juvenil en los que es necesaria una segunda lectura. Cuando eres joven, lo lees y te enamora su magia, el carisma de los personajes y la fantasía urbana que Ende hila tan magistralmente con la vida diaria de una ciudad cualquiera. Pero, cuando creces, te das cuenta de la filosofía infinita que tiene detrás y lo sumamente actual que sigue siendo en esta época en la que la atención es escasa y el tiempo se nos derrama entre los dedos. De esto, de la gestión del tiempo, usando Momo como línea conductora hablé en el blog de Marketing online para escritores.
El paquete parlante, de Gerald Durrell
Gerald Durrell (como ya te conté en esta entrada sobre los libros que cambiaron mi vida) es un autor muy importante para mí. Esta joyita middle-grade es una historia divertidísima en la que tres amigos tienen que salvar el país de Mitología, gobernado por libros parlantes, de la terrible amenaza de los basiliscos. Como siempre, Durrell une su amor por los animales con los increíbles parajes griegos para disfrazarlo todo de fantasía juvenil.
El Gran Gigante Bonachón, de Roald Dahl
Ende, Durrell y Dahl son mi niñez. Ellos son los máximos responsables de que hoy esté escribiendo fantasía. Roald Dahl es un tipo peculiar (como te conté en esta entrevista ficticia). Su humor ácido y bastante corrosivo, sin embargo, encaja de forma magistral con el lector menor de catorce años. Recuerdo haberme reído como una loca con la historia del GGB y sus popotraques.

Matilda, de Roald Dahl
Creo que Dahl inventó a Matilda para que los niños lectores no se sintieran raros. Lo sé porque me lo contó mi hija con muy pocos años. Desgraciadamente, en nuestro entorno, los videojuegos y las redes sociales han robado la atención de los menores que cada vez leen menos. A eso se añade la elección de lecturas obligatorias matadoras en los colegios. Siempre he pensado que era mejor que cada niño eligiera lo que quería leer, pero muchas veces priman los intereses económicos al objetivo de intentar fomentar la lectura.
Matilda, con su maravilloso poder telequinético que le permite escapar de la temible directora del colegio, es un soplo de aire fresco. Y sigue vigente después de tantos años.
Harry Potter y la piedra filosofal, de J. K. Rowling
Compré el primer libro de Harry Potter en un impulso. Porque hablaba de la piedra filosofal y pensé que a mi madre le gustaría. En aquel momento, Salamandra no sabía qué inversión había hecho. Entonces, J. K. Rowling solo había escrito un libro del que nadie sabía nada en España. Harry Potter creció como personaje en cada libro y con él, creció toda una generación. Ahora es todo un clásico de la literatura que ha encorsetado a su autora (aunque a mí no me importaría que me encorsetaran así). Y con un worldbuilding que puedes visitar.
El hobbit, de J. R. R. Tolkien
Se lo leí a mis hijos de pequeños. Y los hice avanzar conmigo por las cavernas de los trasgos hasta dar con el anillo que Gollum no quería soltar. El hobbit tiene un lenguaje más sencillo y una trama mucho más envolvente para un lector menor de 14 años que El señor de los anillos, que yo no pude terminar hasta que fui bastante más mayor. E, indudablemente, un lector de fantasía tiene que conocer a Tolkien.
Memorias de Idhún, de Laura Gallego
Se convertirá en anime en Netflix en breve, cosa que me encanta porque será una forma de volver a revitalizar estos libros que tan importantes han sido en la fantasía juvenil española. Jack, Kirtash y Victoria formaron parte de los sueños de muchos adolescentes de mi generación. Zack, el protagonista de «Leyendas de la Tierra Límite: las Tierras Oscuras» es mi particular homenaje a esta saga de dragones, unicornios y serpientes.
Las crónicas de Narnia, de C.S. Lewis
El león, la bruja y el armario no es, cronológicamente, el primer libro de los siete que conforman la serie de Las crónicas de Narnia. Si atendemos al orden cronológico, se debe leer en segundo lugar, tras El sobrino del mago. Pero sí que fue el primero que escribió su autor y también mi primera incursión en Narnia. Llegué a Narnia apartando los abrigos de un ropero viejo y me enamoré del mundo de Lewis para siempre con apenas diez años. Recuerdo mi obsesión por jugar dentro de los armarios desde entonces, que le dio a mi padre más de un susto. Eso de desvestirse delante de un armario que se abre solo no es plato de buen gusto para un corazón sensible.
Harún y el mar de las historias, de Salman Rushdie
Puede que te suene más el autor si te hablo de Los versos satánicos, libro por el que el autor está perseguido por los integristas islámicos. Harún y el mar de las historias fue un libro que Rushdie escribió para sus hijos y es una joya del realismo mágico. Desgraciadamente, el escándalo de Los versos satánicos (justo el libro anterior) salpicó a este libro infantil que lo tuvo muy complicado para traducirse y venderse en otros países. Y que, a pesar de obtener el 1990 el premio Guilda al mejor libro infantil del año, como trata la problemática social de la India, fue ninguneado por muchas editoriales. Publicado finalmente por Literatura Mondadori es un libro que no debes dejar de leer.
La princesa prometida, de William Goldman
Posiblemente el único libro en el que me gusta por igual libro y película. Tal vez porque Goldman era guionista y el libro es muy cinematográfico de por sí. Tal vez porque la adaptación la hizo el mismo autor, con lo que llevó a la pantalla lo que tenía en la cabeza y no tuvo que enfadarse con el resultado como le pasó a Michael Ende cuando vio la adaptación de La historia interminable (si yo hubiera sido Ende, también me habría enfadado).
El maravilloso mago de Oz, de Lyman Frank Baum
Otro libro que tiene dos lecturas: una, la que haces de adolescente o de niño y otra, la que haces de adulto, cuando te das cuenta de la cantidad de segundas interpretaciones que tiene la historia.
De cualquier manera, todo lector de menos de catorce años tiene que encontrarse en su camino al espantapájaros, al hombre de hojalata y al león cobarde.
Peter Pan y Wendy, de J. M. Barrie
Edulcorada por Disney, Peter Pan no tiene mucho que ver con la película. La crítica de Barrie es mucho más ácida y la magia mucho más intensa que en el largometraje. El papel de la mujer rechina en la época actual (Peter Pan vuelve a por Wendy cada año para que haga la limpieza de primavera), pero la forma de narrar de Barrie es preciosa y perfecta.
Alicia en el país de las Maravillas, de Lewis Carroll
Hay miles de ediciones, algunas preciosísimas. Mi hija colecciona ediciones ilustradas de este clásico. La de Benjamín Lacombe es una maravilla (que incluye cartas de Lewis Carroll). Incluso tenemos en casa una versión pop-up. Es otro libro de dos lecturas, mucho más si lo unes a su segunda parte —Alicia a través del espejo (que también está ilustrada por Lacombe)— demasiado abstracta desde mi punto de vista para un niño, pero muy disfrutable para un adulto.
De este libro, también he hecho post relacionándolo con la escritura. Porque no doy hilo sin puntada.