
Si me llevas siguiendo algún tiempo, sabrás que P. G. Wodehouse es uno de mis autores fetiche. Fue el humor blanco de sus comedias románticas el que me hizo inclinarme hacia el género como escritora. En tiempos de crisis, como los que vivimos ahora, Wodehouse es una remedio contra la falta de ganas de leer que algunos, agobiados por el ruido mediático, aquejan. Leer a Wodehouse en tiempos de crisis es una buena idea, pero es que leerlo, lo es siempre.
¿Quién es P. G. Wodehouse?
Pelham Grenville Wodehouse (conocido por sus amigos como «Plum») fue un escritor cómico inglés que murió en 1975 y escribió durante su vida más de 90 libros que tuvieron mucho éxito mientras vivió y que siguen teniéndolo a pesar de los años que han pasado desde su muerte.
Su padre era juez británico en Hong Kong, así que, cuando tuvo edad suficiente, Plum y sus dos hermanos fueron enviados a la madre patria a internados y pasaba las vacaciones en casa de diversas tías. Esto se ve reflejado en su obra en la que raramente existen figuras paternas o maternas y es, sin embargo, muy frecuente la de la tía dominante como figura fuerte de la familia.
Una vez terminada su formación, Wodehouse trabajó durante dos años para las oficinas del banco de Hong Kong y Shangai en Londrés donde empezó a escribir profesionalmente para la revista Punch. De ahí, pasó a aceptar un puesto de periodista en The Globe. Con 27 años, Cosmopolitan y Collier le compraron dos cuentos por 500 dólares (suma que hoy en día sigue siendo astronómica) y Wodehouse decidió dejar su puesto en The Globe y quedarse a vivir en Nueva York, donde conoció a Jerome Kern —un compositor muy famoso— y se introdujo en el mundillo de las comedias musicales.
En 1915, el Saturday Evening Post publicó por entregas su primera novela: Something new (la primera de las novelas ambientadas en la mansión rural del conde de Emsworth, el castillo de Blandings, que todos sus fans amamos). En Blandings, P. G. Wodehouse sitúa un millar de eventos disparatados en los que lidera la figura de Clarence —Lord Emsworth—, un buenazo de mente dispersa y obsesión por la cría de cerdos. En Blandings tiene lugar un montón de novelas editadas por Anagrama: Mal tiempo, Ola de crímenes en el castillo de Blandings, Luna llena o mi favorita Dejádselo a Psmith.
También en 1915, verían la luz Jeeves y Bertie Wooster —mayordomo y señor— sus personajes más famosos en formato cuento, que luego serían recopilados en colecciones. Hug Laurie encarnó a Bertie en la adaptación que hizo la BBC de las novelas, acompañado por un maravilloso Stephen Fry, que hacía de Jeeves y que prologó el libro-resumen de sus mejores relatos que Anagrama publicó cuando se cumplieron los 20 años de la muerte del escritor: Pues vaya.
¿Por qué leer a Wodehouse?
Hacer reír es mucho más difícil que hacer llorar. Conseguirlo con palabras requiere una precisión digna del mejor cirujano y Wodehuse lo era. No, cirujano. Fino con la palabra. Un escritor cómico impecable, que derrochaba humor british en un universo plagado de señoritos, aristócratas y gente bien de principios de siglo XX.
A pesar de que Wodehouse escribió muchas obras de teatro, en España lo que más ha llegado ha sido su producción puramente novelística. Estamos tan acostumbrados a que el humor esté unido a la malicia, a la ironía y a la agresividad que este humor tan fino, tan basado en la palabra justa y la situación perfecta, nos descoloca. Para Wodehouse, no existe lo zafio. Es la antítesis del humor tipo Torrente que tanto abunda en nuestros días. El humor en estado puro, sin bastones que lo sustenten. Wodehouse te hace reír a carcajadas. Casi puedes sentir —en plan cómplice— lo bien que se lo pasaba el escritor escribiendo.
Solo por eso, porque reír a mandíbula batiente en muy difícil en nuestros días, merece la pena que lo leas.
Mis novelas favoritas de Wodehouse
Dejádselo a Psmith
Psmith es uno de los personajes más icónicos de Wodehouse. Locuaz hasta la médula e inteligentemente elegante, decidió añadirle un P muda a su nombre porque Smith era demasiado vulgar. Es uno de los señoritos de Wodehouse que en esta novela busca trabajo tras abandonar el negocio familiar (porque olía a pescado). La búsqueda lo lleva a toparse con una joven bastante más trabajadora que él y con un individuo que quiere robar el collar de perlas de su tía.
La trama de esta comedia romántica está compuesta por varios hilos que se tejen entre sí como un tapiz maravilloso en el que el humor es casi continuo, pero que tiene escenas brillantes en las que la carcajada se te escapa sin poderlo remediar (si la lees, acuérdate de mí en la escena de la terraza y las macetas).
Te hablé ya de ella en este blog cuando te contaba cuáles eran los libros que habían cambiado mi vida.
Luna de verano
Joe está enamorado de Jane. Jane está prometida a Adrián. Y Adrián lo está a la madrastra de Joe. Tubby, el hermano de Joe quiere casarse con Miss Whitaker, que es la secretaria de Buck, que está enamorado de Nena. En fin… que las tramas amorosas de la novela se entremezclan en un lío monumental lleno de equívocos maravillosos que nos hacen pasarlo en grande y olvidarnos, por unas horas, de las crisis de este mundo.
El gas de la risa

Reggie, conde de Havershot, marcha a Hollywood al rescate de un primo que ha caído en las garras de una damisela holliwoodiense y del alcohol y termina en la consulta de un dentista acompañando a un niño prodigio del cine. Sin saber cómo, ambos ven trocados sus cuerpos y a partir de ahí, el enredo está servido en una serie de situaciones de lo más absurdas y divertidas.
Club de fans de Wodehouse
Si hubiera un Universo Wodehouse, este estaría situado en el número 18 de Clifford Street en Londres, residencia del Club de los Zánganos, club social frecuentado por varios de sus personajes —Bertie Wooster o Psmith entre otros— y que da nombre a una página (desgraciadamente, ya no se actualiza) donde dos fans del escritor colgaban traducciones de sus relatos al español. Pero por si quieres saber más sobre el escritor, te dejo el enlace: Sociedad de fomento Los Zánganos.
Si con esto no he conseguido despertar tu curiosidad y tus ansias lectoras para darle una oportunidad a uno de los escritores que más me ha marcado, es que me queda mucho por aprender en esto de la persuasión. El humor es algo muy personal, pero P. G. Wodehouse era tronchante y es de esos escritores que te transmiten paz. Algo muy necesario en estos días.