
Esta semana ha visto la luz mi manual de “Cómo escribir fantasía”, en el que llevo varios meses trabajando. En realidad, llevo años porque es un compendio de todo lo básico que debe saber un escritor de fantasía y que , sí, yo no sabía cuando empecé y me he ido enterando a mamporrazo limpio.
Pero te confieso una cosa: justo antes de publicarlo, me ha entrado un síndrome del impostor de la leche y me he visto diciéndome: “A ver, Anita, a dónde vas tú —que no has publicado casi “ná”— a sacar un manual de cómo escribir una novela fantástica cuando gente de la talla de Cotrina o de Gabriella o de César Mallorquí no lo sacan”. Pero, como ya te dije en el podcast, al síndrome del impostor hay que agarrarlo por el cogote y decirle: “Oye, guapo, puede que yo no sea la Premio Nobel de la Literatura fantástica española, pero este manual me hubiera venido de perlas cuando empecé a escribir” y pensando en eso, en los lectores del Fogón, he sacado al ruedo el libro. A lo mejor a estos escritores que saben más que yo (y de los que aprendo cada día) no les hizo falta al principio algo así.
Relájate, porque ahora viene una historia en plan abuela cebolleta.
En el 2013, cuando después de publicar dos novelas románticas, se me fue la cabeza y decidí dar un giro hacia la fantasía juvenil, empecé a buscar libros que me sirvieran de guía. El único que encontré fue el libro de Orson Scott Card Cómo escribir fantasía y ciencia ficción. Para empezar, ya el título me fastidiaba bastante porque soy lectora ávida de fantasía, pero no me gusta demasiado la ciencia-ficción y esa manía de mezclarlas me pone de los nervios. Por eso mi libro empieza con “Diferencias entre fantasía y ciencia-ficción”. Porque no son lo mismo, aunque las metas en el mismo saco. Y ya no te digo si encima lo que quieres es escribir literatura juvenil.
Pero además es que el libro no es nada práctico si no tienes ni idea de escritura creativa. Ahora, años después, lo he releído y he disfrutado mucho más que aquella vez primera en la que buscaba desesperadamente algo práctico a lo que aferrarme y no las batallitas de cómo se habían escrito los libros de Orson Scott Card.
En inglés, sí que encontré algunos, pero eran complicados de obtener en ebook y los ejemplos que ponían eran de literatura fantástica adulta —concretamente, grimdark— y yo no los había leído. Y tenían nuevamente ese defecto de mezclar churras con merinas.
Pensé, entonces que, si alguna vez conseguía publicar una novela fantástica, emprendería el camino para redactar también un manual de lo que fuera aprendiendo. A mi primera novela de fantasía se le ven las costuras, porque yo estaba verde. Y aún así, ha vendido mucho. A la segunda, creo, honestamente, que se le ven menos. Espero que la tercera, que llegará el año que viene, las disimule aún más.
Poco a poco vas aprendiendo. Vas conociendo escritores con más experiencia que tú que te guían y te aconsejan. Algunos de esos consejos —imperdibles— forman parte del manual. En él, hablamos de:
- Diferencias entre fantasía y ciencia ficción
- ¿De dónde sacar las ideas?
- Planificación de tu novela
- Diseñar el entorno: worldbuilding
- Reglas de la magia
- Estructura de la novela
- Personajes
- Tipos de personajes
- Clichés en la novela fantástica
- Diseño de razas
- Narrador y voz narrativa
- La escaleta
- Los diálogos
- Pasos siguientes al primer borrador.
En resumen, que no pretendo sentar cátedra, sino solo ayudarte a poner los primeros ladrillos para empezar a construir, de forma que tu casita —a pesar de sus defectos (nadie es perfecto, nunca puedes gustarle a todos)— te permita lo que más quieres: llegar a tus lectores.