Conocí a César Mallorquí en mi primer Celsius cuando yo presentaba la segunda parte de Leyendas de la Tierra Límite y él llevaba Trece monos, un compendio de doce relatos y una novela corta de fantasía y ciencia-ficción. No había leído nada suyo en ese momento, pero por supuesto sabía quién era. César es un escritor como la copa de un pino (e igual de alto que esta) y tiene un brillante currículum y un no menos brillante catálogo.
César Mallorquí me enamoró en aquella presentación. Su sentido del humor y sus pies en el suelo, sus tablas en el mundo editorial… Así que salí de allí, me compré Trece monos y me hice adicta a su blog «La fraternidad de Babel». Pero César tiene una extraordinaria manera de contar historias y Trece monos fue solo la punta del iceberg para mí. Siempre le he escuchado decir que los relatos no venden y que Trece monos era su pequeño homenaje a un género que tuvo que dejar para escribir novela, que es más rentable, pero sus relatos me vendieron a mí sus novelas, porque lo bueno de descubrir a un autor con un catálogo tan extenso es que tienes mucho dónde escoger. Sobre todo, aventuras y thriller. Con ese toque fantástico tan suyo.
Es en el género de thriller juvenil donde se engloba la serie que te traigo hoy al Fogón. Tecnothriller juvenil. Y he tardado tanto en leerla porque quería tener la trilogía completa para leerla de un tirón. Así que hasta que no salió la última parte, no me decidí a dejarme dominar por los parásitos de César.
¿De qué van las Crónicas del parásito, de César Mallorquí?
Para empezar, de maestría como escritor. Desde el título. Cuando abres el primer libro —La estrategia del parásito— encuentras el título y el autor tachados y debajo aparece un título alternativo —El asunto Miyazaki— y otro autor: Óscar Herrero. De modo que te quedas en plan «Pero, qué cuernos es esto…». Te ha enganchado. Con solo tres frases.
De hecho, esto fue usado para promocionar el libro por la editorial.
Pero vamos al lío. La vida de Óscar Herrero ha dado un cambio radical. Óscar era un estudiante de periodismo corriente, que compartía piso y tenía novia, amigos, familia… alguien igual que miles de personas corrientes y molientes. Hasta que recibe un pendrive por correo. Un pendrive que le envía un antiguo compañero del cole con el que no tenía contacto desde hacía tiempo y que ha muerto hacía muy poco.
La novela empieza con una técnica de escritura que César usa en sus novelas y que se llama prolepsis: un conocimiento anticipado de los hechos, que consigue que el lector siga leyendo no porque no sabe lo que va a pasar sino porque no sabe por qué ha pasado eso y quiere saber las causas. Por ejemplo, en una de sus novelas, La mansión Dax, César la usa en una escena magistral en la que el protagonista Alejo conoce al señor Dax, una excelente persona, amable, cariñoso, noble y al terminar la descripción, Alejo dice «Todavía me pregunto de dónde saqué las fuerzas necesarias para matarle». Te quedan por delante 200 páginas, pero el lector no puede dejar de leer para saber por qué lo mata.
En La estrategia del parásito pasa lo mismo. El primer capítulo te cuenta dónde está Óscar Herrero después de que todo haya pasado. El primer párrafo es genial «Estoy muerto, lo sé. Tan muerto como Mario. Sigo respirando, me muevo, como, duermo, hablo, escribo, pero soy un cadáver que se niega a aceptar lo inevitable y finge vivir una vida ficticia, como un fantasma». Claro, nosotros empezamos a pensar «Pero… ¿qué le ha pasado a este tío? ¿Por qué está en esta situación tan desesperada?».
Y ya. Ya nos tiene. Se suceden a este primer capítulo otros tantos de ritmo ágil y escritura perfecta, en los que la acción no decae. Esto lo consigue no solo con una escritura impecable, donde no sobra ni una coma, sino con capítulos cortos, extremadamente adictivos. Los tres libros son cortitos, de unas doscientas páginas cada uno, de manera que si te lo planteas en plan maratón «parasitario» puedes despalillártelos en una semana. Porque es que además no vas a poder parar.
Un parásito informático (en forma de inteligencia artificial), un grupo de hackers que intentan detenerlo, una amenaza biológica… varios son los temas que se mezclan en la historia de Óscar. Pero no quiero desvelarte mucho porque Miyazaki está vigilante.
El propio César Mallorquí, que afirma que su novela La estrategia del parásito fue sustituida en imprenta por el escrito de Óscar Herrero, aparece como personaje de la trilogía, con escenas que son descacharrantes y que rompen la cuarta pared de una manera perfecta.
En fin, que te los leas, que merecen mucho la pena. Si no has leído a César Mallorquí vas a terminar diciendo «pero… ¿cómo he tardado tanto en descubrir a este hombre?». Y mira que es alto, el jodío.