No sé si has oído decir que “El maravilloso mago de Oz” tiene varios significados ocultos. Hay quien dice que Lyman Frank Baum, su autor, escondió entre sus páginas sus teorías teosóficas sobre el trayecto del alma hacia la iluminación. También hay quien ha comparado el camino de baldosas amarillas con una alegoría económica.
Si algo he aprendido de los críticos en estos años como escritora, es que todos quieren ver el significado oculto detrás de lo que escribes y si no lo ven, se lo inventan. Recuerdo que en la presentación de mi primer libro —un poemario ya descatalogado—, uno de los eruditos que formaba parte del jurado empezó a hablar de la clara influencia que tenía la poesía de Pedro García Cabrera en mis versos. Yo, que en ese momento, tenía veinte años, no había leído jamás al poeta de la Generación del 27, con lo que difícilmente su poesía podría haberme influido. Pero ese día aprendí dos cosas: no hay que hacer caso de los críticos y a cualquier cosa se le puede sacar un significado oculto si te empeñas en hacerlo.
El viaje al país de Oz
Cuando empieza el libro, Dorothy vive una vida normal con sus tíos. Una vida gris y anodina. La vida es dura y tiene poco espacio para los sueños. Es el primer estadio del viaje del héroe de Joseph Campbell. Partimos siempre de un mundo ordinario que algo pone patas arriba. En el caso del escritor —porque es del escritor de quien voy a hablar—, ese suceso que pone patas arriba su mundo es la publicación del primer libro. Esa publicación es como un ciclón que te arranca de tu rutina y te hace aterrizar en el país de los Munchkins. Un país extraño en el que el primer muerto es tu sueño de vender mucho sin saber de marketing.
Inicio del camino de baldosas amarillas
Dorothy se encuentra entonces con la bruja del Norte, que le dice lo que tiene que hacer. El papel del mentor es importante para un escritor. Tanto a nivel de escritura como para aprender a promocionar tu trabajo, cómo hacer para atraer lectores. Los mentores también son fundamentales en la estructura clásica de la novela fantástica. Son los que proporcionan las armas adecuadas al protagonista. Gandalf a Frodo, Dumbledore a Harry Potter, Obi Wan Kenobi a Luke Skywalker (sí, Star Wars es fantasía). En el caso del mago de Oz, la Bruja del Norte pone en los pies de Dorothy los zapatos de plata. Y le dice cuál es el camino hacia Oz.
¿Sabías que los zapatos de plata se cambiaron en la película porque no destacaban sobre el pavimento de baldosas amarillas por los conocidísimos chapines de rubí?
En fin, esos zapatos preparan a Dorothy para recorrer el camino de baldosas amarillas. Pero atentos, es ella la que debe recorrerlo. Un mentor solo pone en tus manos las herramientas adecuadas, pero la culpa o no de ser escritor profesional es solo tuya. Tú eres el que debe caminar.
La mentalidad del escritor de éxito
En su camino, Dorothy encuentra a un espantapájaros colgado en una cerca de la que no puede bajar. Como nuestra mente cuando empezamos en esto, encorsetada por nuestras creencias y nuestros prejuicios. El espantapájaros se queja de no tener cerebro, sino la cabeza llena de paja. Y decide acompañar a Dorothy en su viaje hacia Oz para pedírselo al gran mago.
En la base de la carrera de un escritor está la mentalidad. Nuestro cerebro es lo primero que debemos resetear si queremos continuar el camino de baldosas amarillas hacia la meta de vivir de la literatura. Al principio, nuestras propias creencias nos limitan. Nuestro cerebro nos dice que no es razonable querer ser escritor profesional y a esa voz sensata se le unen las de nuestro entorno. Y termina una haciendo Medicina, ya tú ves.
Lo cierto es que es nuestro punto más débil y lo que determina que sigas recorriendo el camino de baldosas amarillas. Y si te fijas bien en la historia del mago de Oz, el cerebro del espantapájaros estaba ahí desde el principio. Es él quien toma las decisiones del grupo y quién ofrece soluciones a medida que el viaje progresa. Solo necesitaba liberarse de la cerca y un pelín de entrenamiento.
Necesitamos también amor
Es muy difícil ser escritor profesional cuando tu entorno no te apoya. Las lágrimas —que oxidan e inmovilizan al Hombre de hojalata— oxidan e inmovilizan al escritor. Eso de que la creatividad se libera con la desgracia es un mito. Lo mismo que lo de que el escritor tiene que ser un muerto de hambre.
A mi marido y a mis padres les costó entenderme. Tuve yo que demostrar que aquello —eso de ser escritor profesional— estaba en mi corazón. Que podía hacerlo, que era capaz de esforzarme para conseguirlo. El apoyo, igual que la mentalidad que me ayudó a perseverar, había que caminarla.
Y mucho valor
Porque para ser escritor hoy en día hay que tener valor. El león cobarde está cargado de miedos. Como nosotros. El escritor tiene tanto miedo que puede que este le paralice y sea incapaz de caminar. Miedo a ser juzgado, miedo a la crítica, miedo a no llegar a la excelencia, miedo a fracasar… Nuestros miedos son infinitos. Pero avanzar para llegar a un objetivo se basa en dar el paso siguiente. Aunque tropieces. Levantarte y poner un pie delante de otro.
La mentalidad, el apoyo y el valor nos ayudarán a vadear ríos de aguas turbulentas, a no dormirnos con el opio de las amapolas y a perseverar hasta llegar a las puertas de la Ciudad Esmeralda.
La Ciudad Esmeralda y el espejismo de las creencias
Cuando nuestro cuarteto llega a la Ciudad Esmeralda, Oz se los quita de encima enviándoles a matar a la Bruja del Oeste. La frustración hace que los cuatro sientan que han hecho el viaje en balde y que nunca conseguirán lo que querían. Muchas veces, en el camino de baldosas amarillas, tenemos que enfrentarnos a adversidades no planificadas. Como lo de matar a la Bruja del Oeste.
Es curioso que esas desgracias, que una vez nos hundieron en la miseria, tengan consecuencias imprevisibles. Y arrojen caminos que nunca se nos hubiera ocurrido recorrer. El agua, de la misma manera que derrite a la malvada bruja, se lleva la suciedad que acarreamos, dejándonos limpios y frescos para conseguir nuestras metas.
Los cuatro amigos no consiguen encontrar el camino de vuelta a la Ciudad Esmeralda. Y tienen entonces la ayuda de los ratones y de los Monos Alados. De la misma manera, a lo largo del camino de baldosas amarillas, sé generoso sin esperar nada a cambio. Porque tu generosidad puede que se convierta en ayuda para cuando más la necesites y menos la esperes.
Vuelta a casa
Cuando has llegado a la Ciudad Esmeralda y has firmado miles de ejemplares, te das cuenta de la enorme farsa que hay detrás del nombre de Oz. Y que, como en casa, escribiendo, no se está en ningún sitio. Después de todo, el escritor siempre ha querido estar en una torre de marfil, aunque ahora esa torre tenga ventanas virtuales para hablar con otros lectores.
” Si hubieses conocido su poder podrías haber regresado junto a tu tía en el mismo día que llegaste a esta región” —le dice Glinda a Dorothy. Y es lo mismo que me dijo una amiga cuando me atreví a decir que abandonaba la Medicina para ser escritora: “Estás volviendo a tus inicios”. Pero cuántas cosas habrían cambiado entonces. No habría conocido a mi santo ni tendría los hijos que tengo. La Medicina me ha hecho crecer como ser humano, de la misma forma que hicieron por Dorothy el espantapájaros, el hombre de hojalata y el león.
¡Qué delicia volver a casa!
Y sin embargo…
Ya sabes que los críticos y los entendidos hacen decir a los libros lo que quieren. Yo he jugado hoy a crítica para hacerle decir lo que quiero al Maravilloso Mago de Oz, pero que sepas que L. Frank Baum termina su libro diciendo que solo “aspira a ser un cuento de hadas moderno, en el que se mantienen la alegría y la fantasía y se suprimen las penas y las pesadillas”.
No creas que el camino de baldosas amarillas es un cuento de hadas. Ten cuidado.