Este es uno de esos posts que siempre digo a mis alumnos de marketing online que no hagan. Es un post sin SEO, por lo que Google nunca lo posicionará. Y si lo hace no me traerá a mi lectora ideal. Es un post que solo sirve para hoy y no para poder compartir de nuevo en el futuro. Porque solo se cumplen 48 una vez en la vida. Con suerte, puede que dobles la cifra, pero 48, lo que se dice 48, solo una vez. Pero… ¿sabes qué? Que una de las cosas buenas que tiene El Fogón es que puedo hacer en él lo que quiera porque es mío. Con todas las consecuencias que ello conlleva, pero oye, qué me quiten lo bailado.
Así que hoy celebro mi 48 cumpleaños contándote 48 cosas sobre mí que puede que no sepas, cada una relacionada con un libro.
1.- Empecé a escribir mi primera novela inspirada por Rebeca Rus, una de las mejores escritoras de comedia romántica española y su «Mientras tanto en Londres». Aunque no tenía nada que ver la temática, pensé que si ella, que era publicista con dos niñas podía, yo no iba a ser menos. Cuando flaqueaba, me decía «ella lo ha conseguido, venga». Rebeca Rus —ahora, una amiga— cree que estoy un poco loca por ello.
2.- Me gustan las películas con finales grandiosos o finales felices. Para finales amargos, ya está la vida. Me emociona la declaración de amor de «Cuando Harry encontró a Sally». Me parece la mejor declaración de amor de la historia del cine. En literatura, he leído mil veces la de Darcy a Elizabeth Bennet en «Orgullo y prejuicio». La segunda, por supuesto.
3.- Mi primer libro publicado fue un poemario. Con él gané el Premio Nacional de Poesía Félix Francisco Casanova en el año 1994. En la presentación del premio, uno de los miembros del jurado dijo que se notaba la influencia en mis versos de Pedro García Cabrera. Ahora le doy las gracias a ese miembro por dos cosas: la primera, por descubrirme al poeta. La segunda, por abrirme los ojos al hecho de que la mayoría de las críticas (sean buenas o malas) tienen que ser cogidas con pinzas.
4.- Adoro los mundos de fantasía desde que leí en una noche «La historia interminable» . Por eso, mis películas favoritas son las que forman la trilogía original de la Guerra de las Galaxias (que sí, que es fantasía). Por eso y porque Harrison Ford estaba de toma pan y moja.
5.- El único tatuaje que llevo en mi cuerpo es un ave fénix en la espalda. Me lo hice después de una etapa bastante chunga para recordarme que siempre se puede renacer de las cenizas. Los mejores ave fénix que me he encontrado en la literatura son los de Gabriella Campbell y José Antonio Cotrina en «La noche del espectro» (creo que no me había reído tanto con un libro en mucho tiempo).
6.- El libro que más veces he releído en mi vida es «Dejádselo a Psmith» de P.G. Wodehouse. Siempre consigue hacerme reír. Es mi antidepresivo literario. (Si no sabes quién es Wodehouse, aquí te explico por qué leerle)
7.- Escogí Ciencias puras por una conjunción de cosas: odié el latín y leí a Gerald Durrell (mi libro favorito del autor es «El pájaro burlón», una comedia romántica ecologista, aunque he leído todo lo que hay traducido al español). Me di cuenta de que una podía ser escritora siendo de Ciencias y sin dar latín.
8.- Boris Vian y «La espuma de los días» acabó con la relación que tenía con uno de mis novios.
9.- Soy una miedosa del copón. No leo terror porque luego no duermo. La única vez que leí un libro de Stephen King —Tommyknockers— estuve una semana sin pegar ojo.
10.- El Fogón se llama así porque mi idea inicial era unir cocina con literatura. Me gustan mucho los libros en los que se cocina, como Chocolat de Joanne Harris. Y cocinar me relaja mucho.
11.- Lo que mejor se me da en la cocina es la repostería. Mi especialidad es la tarta «Muerte deliciosa» que sale en la novela de Agatha Christie «Se anuncia un asesinato». Pero mi tarta favorita es la de queso con fresas (que haré para soplar hoy mis velas).
12.- Aborrezco el cordero y todo tipo de col. Así que si tengo una pierna de cordero en casa, es por los motivos por los que cuenta Roald Dahl es «Relatos de lo inesperado». Dahl es otro de los autores de los que me he leído hasta la lista de la compra.
13.- Soy extremadamente puntual. De hecho, siempre llego la primera a todas partes. Y me paso un buen rato acordándome de la familia de los que no lo son. Esto es un rasgo de mi carácter que han heredado algunos de mis personajes en la novela «El blog de la doctora Jomeini» (que está descatalogada) y «Proyecto Bruno» que no lo está.
14.- Mi plato favorito son los huevos rellenos (sin coñas). Pero adoro también el sushi. Aunque no creo ser ninguna principiante porque sé manejar perfectamente los palillos. Aunque la única vez que intenté cocinar sushi tuve que tirarlo a la basura. Ahora lo encargo y uso siempre un juego de palillos que Gabriella Campbell me regaló en mi primer Celsius.
15.- Soy llorona, muy llorona, lloronamente llorona. Derramo lágrimas con una facilidad increíble. Lloro con el anuncio del turrón «El almendro», con lo que los dramones literarios los llevo bastante mal. El libro con el que más he llorado en mi vida es «Mi planta de naranja lima», de José Mauro de Vasconcelos.
16.- Mi marido me pidió que me casase con él en un parking. En ese momento, me di cuenta de que a romántico no iba a ganarle nadie. Eso sí, el humor nos ha permitido capear los temporales que hemos tenido. A veces, tal vez por esa falta de humor o por exceso de romanticismo, los protas de las novelas se me antojan bastante irreales (Recuerdo que en «La pimpinela escarlata», novela que me encantó, él besaba la escalera porque ella la había tocado).
17.- El primer libro que me regaló mi marido fue «La casa de Dios», de Samuel Shem, un clásico de literatura para médicos —bastante cruel pero no por ello menos cierto— que puede aplicarse a cualquier profesión. Por experiencia.
18.- Cuando estaba en el último año antes de entrar en la Universidad, representé en el teatro «Un marido de ida y vuelta» de Enrique Jardiel Poncela —una divertidísima comedia— y gané un premio por mi papel protagonista. Ana Mariscal —actriz, directora y productora— me preguntó que por qué no me iba a estudiar interpretación a Madrid. Creo que en la vida he visto a mi padre más asustado.
19.- Soy de las que lamen la tapa de los yogures, se comen el lado marrón de la Nocilla y aprietan la pasta de dientes por el fondo. Y de las que se dejan la tapa del váter levantada. Con los años, he ido eliminando la mayoría de las manías que me aquejaban antes de ser madre. Así que, como escritora, tengo muy pocas (no me gusta la palabra «carmesí»). Pero los hay que tienen muchas, tantas como para un libro.
20.- Me encanta la decoración, dibujar y jugar a ser diseñadora de interiores. Siempre he sido una compradora compulsiva de revistas de decoración. En Pinterest puedes ver el estilo que me gusta. Siempre diseño las habitaciones de mis personajes en tableros secretos en esta red. Así que, por ejemplo, las que salen en «El amor es una epidemia» vienen de ahí.
21.- De pequeña, practiqué gimnasia rítmica, baloncesto, natación y atletismo, con pobres resultados en todos. El deporte no es lo mío. Hace un año y medio me habitué a caminar una hora antes de ponerme a trabajar y entendí qué le veía la gente al deporte. Entonces, pude empatizar más con novelas como «Hielo».
23.- Soy más miope que Rompetechos. Y mi marido más que yo. Así que Susanita y el Terro, mis hijos, genéticamente lo tienen muy chungo. En casa, llevamos gafas todos. Me pregunto por qué no hay más protagonistas miopes en la literatura. Creo que fue una de las cosas que más me enganchó a «Manolito Gafotas», al que adoro sin reservas.
24.- Tengo una memoria de pez que me ha llevado a pasarlo fatal en las firmas. Pero tiene una cosa buena: puedo releer cualquier novela policiaca porque no voy a recordar quién era el asesino al cabo de dos años. Como, por ejemplo, esta. Recuerdo que era «Wow, qué giros» y ya.
25.- Mi altura —mido 1.76 m— me ha dificultado encontrar zapatos, pantalones y novios. El primer comentario que me hace todo el mundo al desvirtualizarme es «pero qué alta eres». Pero es que también hay altas por el mundo. No sé por qué todas las protagonistas de las novelas tienen que ser siempre bajitas. Si conoces una novela (aparte de Planes de boda) en la que la protagonista sea alta, dímela en los comentarios.
26.- Soy adicta a las aceitunas. La pizza me gusta con piña (sí, lo sé). Y adoro la tortilla de patatas CON cebolla. Lo de la tortilla se ve en la novela que tengo ahora en capilla y que espero que salga en noviembre. Y que me brindó cachondeos varios por parte de los lectores cero.
27.- No bebo demasiado a pesar de ser escritora, pero distingo un vino bueno de uno pirriaca. Todos los viernes, cuando cierro el ordenador, me sirvo una copa de vino blanco seco para inaugurar el fin de semana mientras cocino.
28.- Y si me tomo una copa es siempre un gin tonic. Mejor si es para dos.
29.- No viajé a la Península en avión hasta los 16 años. Eran otros tiempos. Luego viví un año en Valladolid y ocho en Madrid. Pero actualmente (salvo en la última fase dominada por el COVID) cojo una media de 6-8 aviones al mes. Esta novela de Sophie Kinsella que empieza en un avión es una de mis preferidas de la autora, escritora de la que me leería hasta la lista de la compra.
30.- Afortunadamente, no tengo miedo a volar pero sí un vértigo terrible. Cuando subí a la Torre Eiffel en París, lo pasé fatal. No me monté en el London Eye de Londres. Ni me asomé a la barandilla del Empire State de Nueva York. Y bajé de la cúpula del Reistach de Berlín sentada. Lo paso fatal incluso en películas o en libros. Así que creo que esta trilogía de Katharine McGee que tengo en la cola de pendientes, se quedará ahí eternamente.
31.- Tengo un tic que hago cuando estoy pensando y es pasar la uña del dedo gordo por el labio o acariciarla con el índice. Y soy un poco cuadriculada, aunque no llego a los extremos del protagonista de esta maravillosa comedia romántica.
32.- Hace años, uno de mis compañeros de Anestesia me definió como friki, lectora compulsiva, cabezona e hiperperfeccionista. Yo también lo quiero. Además de estas lindezas, soy muy despistada. No pierdo la cabeza porque la llevo pegada. Y voy a todos lados con una agenda de papel y el Google Calendar. Sin ellos, no soy nada.
33.- Pongo a familia y amigos por delante de todo. Por eso, me costó tanto tomar la decisión de dejar la Medicina para escribir. Porque, por primera vez, me ponía a mí por delante de todo. Quererse es complicado, tener la autoestima suficiente como para decir a los demás «lo conseguiré» y que te crean, lo es más aún. Te hablé de ello en esta reseña de Quererte.net
34.- Y también de cómo fue el proceso en este post que relacioné con Los días felices, de Mara Torres.
35.- Mis hijos se han negado en rotundo a que cuente su adolescencia de la misma manera que conté su infancia en Instrucciones para sobrevivir a los hijos. Me han amenazado con denunciarme por bulllying. Pero darían para otro libro.
36.- Soy muy ordenada. Cuando no tenía niños ordenaba la ropa por colores y las especias por orden alfabético. Ahora no tengo tiempo y me he vuelto más práctica. Pero nunca seré como Marie Kondo y sus treinta libros. Me temo que en casa hay miles más.
37.- Soy de las que lee tres libros a la vez y escribe dos o tres novelas a la vez. Es la única manera de que no me bloquee. Ahora mismo, estoy leyendo «La voz de la Tierra», de Alejandro Moreno Sánchez y «Ayer, nosotros, hoy» de Carolina Casado.
38.- Leo una media de 10-12 libros al mes entre ficción, no ficción, poesía y lecturas editoriales. Pero el año pasado con la depresión no leí más que tres libros en unos ocho meses. Todos comedias románticas.
39.- Me encantan las manualidades (durante dos años viví de vender bisutería), pero soy una batata total con la costura. Por eso, me fascinan los libros alrededor del mundo de la costura, como por ejemplo, Coser y cantar (en la que se basó la película Donde reside el amor).
40.- Actualmente, tengo empezadas cinco novelas e ideas para al menos tres o cuatro más. En el cajón, hay al menos otras cinco que jamás verán la luz, así como miles de cuentos y poemas que espero romper antes de que me muera. Me da mucho coraje cuando la familia publica el material que el escritor desechó en vida. Aunque es verdad que si no lo hicieran, muchas veces nos perderíamos joyas. Como por ejemplo, una de mis novelas favoritas de Jane Austen: Persuasión. No creo que sea mi caso.
41.- He publicado cuentos en tres antologías: Historias fonendoscópicas, La librería a la vuelta de la esquina y Haberlas Haylas (actualmente, solo disponible la última) y para Windumanoth. Pero no soy una escritora de relato. Cada vez que me piden un relato lo paso fatal, porque me salen tramas largas.
42.- Me gusta la música indie española porque las letras son muy similares a poemas (También me gusta Joaquín Sabina) . Cosa que se comprueba en los libros de Zahara o de Mikel Izal, por ejemplo. El coronavirus me ha dejado con las entradas de cuatro conciertos en la mano. En mi perfil de instagram comparto canciones de mi playlist de vez en cuando.
43.- El primer premio literario que gané en mi vida fue el premio de redacción de Coca Cola (lo mismo que Elia Barceló, a ver si se me pega algo). Años después, cuando la campaña de los nombres, Coca Cola me regaló una lata con el nombre de la protagonista de mi primera novela: Doctora Jomeini. (Ya descatalogada).
44.- Me gustan mucho los easter eggs en las novelas y siempre meto varios. En La Sociedad de la Libélula, por ejemplo, el trasladador de historias se llama JACYGC, que son las iniciales de José Antonio Cotrina y Gabriella Campbell, con los que escribí (en una mentoría de novela) el primer borrador.
45.- Algún día conoceré a Hugo Silva y no sabré qué decirle. Para mí, es el hombre más atractivo del cine español. Si me dan a elegir entre una cena con Hugo Silva o publicar una tirada de 20000 ejemplares con Suma de Letras me pondrían en un brete. Hasta ahí llega el crush. Si tuviera 15 años, estaría enamorada de Chat Noir.
46.- Aborrezco la novela de «El principito». Me parece relamida y cursi. Tan cursi como la palabra carmesí. El tema de la rosa y que el autor justifique sus relaciones extramatrimoniales con la excusa de «que hay muchas rosas en la Tierra» o el que la figura del zorro esté basada en una de sus amantes, no contribuyen a hacerme más amable el texto. Ya podéis aporrearme pero la he leído dos veces y no he cambiado de opinión.
47.- Cuando era pequeña, cuando me preguntaban si me llamaba «Ana, a secas» siempre contestaba «no, no, solo Ana». Me quejé durante muchos años de mi nombre —demasiado corriente, siempre asociado a un apellido, hay miles de novelas que se llaman Ana (esta, esta o esta)… hasta que mi madre, harta de mis quejas, me dijo que no había querido disgustarme, pero que en realidad me llamaba Mamerta. Así que me he quedado mejor con el Ana.
48.- Y, por supuesto, me tienes en cada coma de este blog.